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Fear
less ♥
I don't know why but with you I'd dance in a storm in my best dress
withoutyou

Choffa. 18/O8
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Addicted I
viernes, 12 de febrero de 2010

Ella caminaba como una bailarina. Su pelo castaño caía en forma de cascada tras su espalda formando pequeñas ondas en sus puntas. Se movía con agilidad, esquivando las mesas y llevando en su mano la bandeja sin que se le cayera ni una gota del líquido de las tazas. Me sorprendía la habilidad que tenía. Cada vez que ella llegaba a una mesa para atender a las personas sentadas en ella, sonreía cálidamente y hablaba con respetuosidad. Sus ojos color miel brillaban todos los días de una forma tan especial. Sus mejillas estaban cubiertas por unas tiernas pecas que se dejaban ver con claridad los extraños días de sol. Ya se había vuelto una rutina para mí ir hacia aquella cafetería, pedir simplemente un café y quedándome observándola, admirándola. Su voz era un coro de ángeles para mis oídos cuando ella se acercaba con su pequeña libreta para anotar mi habitual pedido. Nunca me había animado a decirle absolutamente nada sobre mi razón por la cual estar ahí cada santo día. Hasta aquellos horribles, con tormenta o nevada. Nada me alejaría de ese lugar, nada me impediría verla unos cuantos minutos para luego, estar el resto del día pensando en ella.
— Tiene asistencia perfecta, señor. Veo que tenemos clientes muy fieles —Comentó un día cuando se iba acercando a mí con su usual sonrisa.
La miré como siempre lo hacía. Estaba perfecta, como me tenía acostumbrado. Por debajo del delantal negro, llevaba unos jeans y remera blanca mangas cortas. Su largo pelo estaba recogido en una media colita mientras su flequillo le caía de forma diagonal sobre la frente.
— No hay mejor cafetería que esta, te lo aseguro. Me llamo Harry, ¿y tú? —Pregunté aprovechando el pie que ella me había dado para comenzar una conversación, aunque sea pequeña.
— Mollie. Mucho gusto, Harry. ¿Lo mismo de siempre? —Dijo mirándome mientras me entrecerraba los ojos y sonreía mordiéndose el labio inferior. ¿Tenía que ser tan linda? Asentí mientras le devolvía la sonrisa.
Anotó mi pedido en el papel, me miró por una última vez y se volteó para dirigirse hacia adentro.
El día estaba perfecto. El sol alumbraba toda la ciudad mientras pequeñas nubes esponjosas iban apareciendo de a poco. Me sentía feliz, realmente feliz. Mollie… hermoso nombre para una hermosa chica. Realmente, debería juntar valor para poder hablarle y no solo de… café y otras cafeterías. Debía invitarla a salir pero… el valor no era lo mío. Tenía que tomar valentía y afrontarla… una cita, una simple cita para demostrarle que yo era un buen chico pero… ¿cómo? Hasta que yo tomase un poco de valor, ella se… casaría con otro ¡Qué sé yo!

— Hey, Harry… ¿te esteraste de la fiesta de Danny para celebrar el cumpleaños de Tom? —Preguntó Dougie, uno de mis amigos, cuando estábamos yendo hacia mi casa para refugiarnos de la tormenta que se aproximaba.
Negué una vez con la cabeza. No eran uno de mis mejores días, estaba realmente de mal humor. Mis intentos para llamar la atención de Mollie no estaban funcionando. Seguramente, ella estaba pensando que era un cargoso o un sin vida que no tiene nada mejor que hacer que sentarse en una cafetería para pedir todos los días un estúpido café y desperdiciar una hora allí sin hacer nada.
— Danny me dijo que podíamos invitar a alguien, a quien quisiéramos. Él dice que cuanto más personas seamos, mejor. Así que puedes llevar a alguien. Acuérdate, este fin de semana a las nueve de la noche.
La primera persona que se me vino a la mente para iluminarla fue… ella. Respiré hondo. ¿Por qué no? No sería como una cita pero… algo es algo. Me paré en seco, miré mi reloj y comprobé que estaba en el límite de la hora para poder verla antes de que su turno terminara.
Sin explicarle nada a Doug, me volteé para comenzar a correr en busca de su aceptación.

La llovizna comenzó para azotarme mientras la esperaba enfrente de la cafetería. No me importó en absoluto. Estaba emocionado, expectante, nervioso. Ya quería verla, quería hablarle… la necesitaba.
De pronto la vi. Salió riéndose mientras abría un gran paraguas negro. Ese día estaba vestida con un simple vestido azul marino con escote en V y que le llegaba hasta sus rodillas. Estaba perfecta, como siempre. Miré a ambos lados antes de cruzar la calle y me dirigí hacia ella.
— ¡Hey, Mollie! —Exclamé mientras agitaba un brazo para que me viera. Ella levantó su vista y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
— Emm…. Harry, ¿no es cierto? —Preguntó mientras intentaba recordar si estaba en lo correcto.
— Así es. ¿Cómo te encuentras?
— Bastante… apurada. Estoy llegando algo justa, debo estar en la universidad dentro de… —Dijo mientras miraba su reloj — quince minutos.
— Bueno, seré rápido entonces. Mira, sé que no nos conocemos pero… bueno, me preguntaba si quisieras venir conmigo a una fiesta de un amigo. Es este fin de semana a unas cuadras de acá.
Me miró sorprendida y mordió su labio inferior. Pude ver como sus mejillas se coloreaban y me pareció muy tierno de su parte. Esperé expectante. Sentía como el corazón quería salir de mi pecho.
— Harry no sé… yo…
— No acepto un no como respuesta —La interrumpí — No la tomes como una cita si no quieres, una simple… salida de amigos.
Sonrió y volvió a mirar su reloj.
— Acepto. Ten, este es mi número, luego hablamos para arreglar todo los detalles, ¿de acuerdo? —Contestó mientras escribía en mi mano su número telefónico con una lapicera que había sacado del bolsillo de su cartera.
Asentí mientras observaba como sujetaba mi mano con fuerza. Su tacto era suave y dulce. Alzó la vista dos segundos, se acercó para besar mi mejilla, y volteó para poder irse rápidamente.
De a poco su perfecta figura se perdió en el horizonte. Miré mi mano. No podía creer que lo había hecho, finalmente.

Addicted II

Era el cumpleaños de Tom. Eso significaba, que también era el día en que vería a Mollie. Estuvimos casi toda la tarde con Dougie, preparándonos.
Quería que esa noche fuera perfecta, sin ninguna duda.
— ¿Por qué te arreglas tanto? — Preguntó Dougie. ¿A caso no le había contado?
— ¡Viene Mollie! La chica del bar, ¿te acuerdas? — Sonreí emocionado —
El solo rodó los ojos y se rió. Estaba muy seguro de que Doug la había visto esa vez que fue conmigo, y que, claro, le había llamado la atención. ¿A quién no? Seguramente debía tener a muchísimos viejos verdes atrás.
Mi celular comenzó a sonar, era Mollie. Quizás había guardado mi número cuando, después de unos minutos de haberle comentado de la fiesta, le mandé “Soy Harry, guarda mi número
— ¿Hola? —
— Hola Harry, Soy Mollie. Quería preguntarte a qué hora es la fiesta, así voy un poco más tarde. No quiero ir y que tú no estés, no conozco a nadie.
— Yo iré diez minutos antes, porque Tom es mi mejor amigo, y debo estar antes, así que puedes ir a las diez, como habíamos dicho. — Dije feliz
— Ok. Gracias, nos vemos.
Llamada terminada
Era directa y rápida. No le gustaba perder el tiempo. Eso era genial, ya que yo era así también.
Algo me decía que seríamos muy diferentes, pero…
Pero los opuestos se atraen” Dijo esa vocecita tan molesta adentro de mi cabeza, a pesar de que tenía razón.
Después de caminar de un lado al otro, se hizo hora de irnos.
Me preguntaba que usaría, como se peinaría… cuán brillante estaría su sonrisa hoy… ¡Estaba oficialmente obsesionado con esa chica! Me moría de ganas de conocerla, saber como era; que estudiaba, que cosas le gustaban, como era la relación con su familia, quería conocerla y que fuera solo mía.
Dougie fue estacionando unos metros antes de llegar al edificio donde Danny vivía.
Bajamos, sin decir una palabra. El estaba en su mundo, así como yo en el mío. A ninguno de los dos nos interesaba romper el silencio.
Caminé hacia la entrada, observando el cielo. Era una hermosa noche, el cielo estaba lo que en Londres decimos ‘despejado’ y la luna estaba enorme y más brillante que nunca.
Los pájaros cantaban y… ok, eso ya era como una película.
Toqué el timbre unas 5 veces seguidas. Me encantaba molestar a Danny y a Tom con eso, odiaban que lo hiciera. ¡Muahahaha!
Bajó Frankie, la novia de Dougie. No sabía porqué había bajado ella y no Danny, hasta que le dio un fugaz beso a su novio.
Envidiaba a Dougie, pero no por Frankie, si no por el hecho de tener a alguien en que confiar más que en nadie, el hecho de saber que la que amas también te ama, que quiere pasar el resto de su vida con vos.
Pensar que él tiene a alguien cual espera su llamada todas las mañanas.
¡Como anhelaba ser amado!
— Hey Harry, ¿Entrarás o no? — Dijeron Frankie y Doug
— Si, lo lamento, estaba pensando.
Entramos, y como era en el primer piso, yo fui por escaleras. No quería ‘interrumpirlos’, por decirlo de alguna manera.
Toqué la puerta muchas veces hasta que Danny abrió, enojado, pero a la vez estaba algo feliz. Le fascinaba armar fiestas, y que éstas fueran un éxito. Si, quizás era eso el motivo de su enorme sonrisa.
Saludé a Tom con un abrazó, y luego a toda su familia, así como también salude a Georgia, Gio, y muchas más personas que había ahí. A veces me preguntaba cómo era que todos entrábamos en el ‘pequeño’ departamento de Danny.
— Danny, invité a alguien, no molesta ¿no? — Dije todo corrido, lo más probable es que no me haya entendido
— No claro que no Harry. Es genial, más gente. — Me respondió Georgia, tan amable como siempre.
— ¿¡Perdón Georgia?! ¿Esta es tu casa como para que estés “aprobando” quien viene y quien no? — Todos nos quedamos callados hasta que el se estalló en risas y besó su mejilla.
Estaban por ser las 10:15 y Mollie todavía no venía. Otra vez, como hice en casa de Dougie, comencé a caminar de un lado al otro.
De un segundo para otro vi a Danny corriendo hacia mí, diciendo “¿Quién rayos es Mollie?”
En cuanto escuché ese nombré, quité las llaves y fui corriendo a abrir la puerta.



[Escrito por Meri]

It's All about you [Addicted III]

Estaba totalmente ansioso. Quería saber cómo se encontraba, quería verla, con un vestido o con un pijama, con lo que sea… seguramente se veía estupenda.
No tenía la paciencia suficiente como para esperar al maldito ascensor por lo que decidí bajar por las escaleras a todo lo que mis piernas me permitían. La podía ver reflejada tras el vidrio opaco de la puerta. ¡Hasta su silueta era perfecta! Fui corriendo prácticamente hasta ella, ya que las escaleras estaban al fondo del pasillo de entrada al edificio, y metí las llaves lo más rápido que pude.
Ok, relájate Harry. Ella no puede verte en este estado de excitación. Habló la vocecita de mi cabeza. A veces, la odiaba, no me dejaba pensar claramente.
Inhalé profundamente intentando relajarme y sonreí al vidrio. ''Todo va a salir bien'' Me repetí unas treinta veces y abrí la puerta.
No estaba ni estupenda, ni hermosa, ni increíble. Estaba perfecta. Tenía un vestido pegado al cuerpo. Desde la parte superior del abdomen para arriba era rayado en blanco y negro y para abajo era completamente negro y con escote en forma de U con dos breteles anchos, estilo musculosa. Su rostro estaba limpio de maquillaje, solo algo de… em, ¿cómo se llama? ¿Delineador? Bueno, eso o lo que sea. Su pelo caía en grande ondas tras su espalda y lucía una gran sonrisa.
— Uff, ¡qué suerte que me abriste vos! Pensé que tendría que ser algo sinvergüenza para entrar a una casa que no conozco con alguien a quien… tampoco conozco. —dijo bastante nerviosa. — Me alegra verte, Harry —agregó luego de saludarme con un beso en la mejilla.
Cuando se acercó, su perfume me envolvió instantáneamente. Era dulce, algo como vainilla o coco. Riquísimo.
Caminamos en silencio hasta el ascensor. Apreté el pequeño botoncito y esperamos a que llegase. Por mí, me hubiese quedado allí con ella solos, pero había una fiesta a la que asistir.
— Em… no quería venir sin nada –dijo ella rompiendo el silencio. —, así que compre un regalo. No sé ni cómo se llama el cumpleañero pero le compre un perfume. No sé si le gustara pero…
— Despreocúpate —la interrumpí —, le va a gustar. El cumpleañero se llama Tom, es uno rubio de ojos marrones. Lo vas a reconocer, todo el mundo lo está saludando y diciéndole feliz cumpleaños, será fácil. El dueño del departamento es Danny, uno morocho de ojos celestes. También lo vas a reconocer, es el que, seguramente, esta gritando, hablando con todo el mundo y riendo. Sí, seguramente riendo.
Ella me miró y sonrió nerviosa.
— Si te los confundís, no importa. No hay nadie con una cámara como para grabarlo —dije mientras abría las puertas del ascensor. Ella pasó y después yo. — Creo.
— Prométeme que vas a estar a mi lado toda la noche. No conozco a nadie y no soy de hacer sociales con mucha facilidad.
— Lo prometo.
Y era una promesa que yo iba a cumplir a raja tabla. No deseaba más en el mundo que estar a su lado y no solo esa noche, sino el resto de mi vida. ¡Estaba totalmente obsesionado con ella!

— Así que vos sos la famosa Mollie –dijo Danny luego que se la presenté, a él y a los demás — Harry no para de hablar de… —lo miré asesinamente. ¿No podía cerrar un poco la boca? No quería que se enterase que estaba loco por ella, no por ahora — Creo que iré a buscar más…em, snacks. Sí, eso. Snacks.
Lo seguí con la mirada y vi como entraba a la cocina casi corriendo.
Estaban todos hablando a nuestro alrededor sin prestándonos atención por lo que tomé de su mano y la guié a la mesa donde estaban las bebidas y la comida.
Ella agarró el vaso de cerveza que le entregué y luego me serví uno a mí. Mollie miraba a nuestro alrededor. Como la gente bailaba y hablaba. Su perfil era tan lindo, tan simétrico, armonioso.
Pareces un idiota enamorado. Habló mi conciencia interrumpiendo mis pensamientos. Está bien, sí era un enamorado, no sé si idiota, pero enamorado sí.
— Aquel es Tom —le susurré al oído a causa de la música a alto volumen.
Ella me miró y siguió con la vista mi mirada.
— ¿Me acompañas? —preguntó dándose vuelta y volviéndome a mirar. Lucía tan tierna sonrojada.
— Siempre.
Caminamos hacia donde estaba el cumpleañero, a quien le presente a la dulce chica al lado mío. Mollie explicó lo mismo que me había dicho a mí en la espera por el ascensor y Tom rió diciendo que no tenía que haberse molestado. Rompió el papel y observó el perfume. Por coincidencia o el destino, era justamente el que él usaba. Supuse que fue, simplemente, una coincidencia.
— Vamos a bailar —volví a susurrarle como la vez anterior y la tomé de la cintura guiándola hacia la improvisada pista de baile.
Al principio no quería, decía que solo quería estar sentada o parada por ahí tomando y hablando pero le insistí tanto que acepto.
Bailamos solo unas dos canciones hasta que empezó a sonar un lento. Paramos de movernos y nos miramos. Por alguna extraña razón, sonreímos y nos acercamos. Posé mis manos en su cintura y ella las paso por mi cuello. Era unos centímetros más pequeña por lo que me miraba hacia arriba. Con la poca luz que había allí se veía como un ángel. Sus ojos miel parecían derretirse y escabullirse en su iris.
No pude evitar acercarme más a ella y la atraje más a mi cuerpo, tomándola de la cintura más fuerte pero sin lastimarla. Estábamos a pocos centímetros y una oleada de su perfume me terminó por convencer. Me acerqué definitivamente a ella, sin dudarlo, y la besé. Para mi sorpresa, ella respondió efusivamente al beso. Pero cuando creí que estaba en mi novena nube, ella me empujó y se separó de mí.
— Tengo que irme —se excusó. Fue a buscar su cartera casi corriendo y salió por la puerta.
No sé si fue por la música o porque todos lo estaban pasando realmente bien que nadie se dio cuenta de lo ocurrido.
Sin pensarlo, corrí tras ella y al salir al pasillo del primer piso oí sus pasos en la escalera. Me encaminé hacia allí y prácticamente saltaba cada dos escalones para llegar cuanto antes a la puerta. Ella no podría abrirla, necesitaba la llave y yo aun la tenía en mi bolsillo.
— ¿Puedes abrirme? —preguntó cuando yo llegue al pasillo de entrada.
Estaba dándome la espalda y, seguramente, no quería mirarme. ¿Tan mal había sido el beso o qué?
— Antes, ¿puedes decirme qué es lo que estuvo mal?
Ella contestó, pero aun sin darse vuelta.
— Nada, solo que… —no dijo nada más. Se dio vuelta y su cara notaba claramente que sentía vergüenza. ¿Por qué? Yo la había besado, algo significaba, ¿no? — Harry, recién nos conocemos. A decir verdad, no conozco nada de ti. Solo que te gusta el café y que siempre vas a la cafetería en la que trabajo. ¿Qué más? Nada… no sé quién eres y no besaré a un desconocido. ¿Me abres, por favor?
No dije nada, pasé por su lado, saqué la llave de mi bolsillo y abrí la puerta para que ella se fuera. No iba a obligarle a que se quedara.

Había sido tan idiota. ¿Por qué me dejaba guiar por mis instintos? ¿Por qué le hacía caso a mis deseos? Ella había estado en lo correcto. No nos conocíamos. A penas solo sabíamos nuestros nombres, no habíamos tenido una conversación bastante extensa, no sabíamos nada de la vida del otro. Capaz, yo sabía algo de sus costumbres de observarla tanto. ¿Quién sabe?
De esa huida había pasado una semana y yo seguía maldiciéndome por dentro por arruinar un momento tan esperado. ¿Cuánto tiempo había estado esperando para que ella me dijera sí para una cita? Aunque esa fiesta no era una cita oficial, para mi interior sí lo era. ¿Cuánto tiempo había estado esperando para entablar una conversación con ella, cuán mínima sea, y que no se tratara de lo que yo quería ordenar? Muchísimo tiempo. Y un estúpido impulso mandaba todo al demonio en dos segundos. ¡Genial!
— ¡Hey, Judd! —exclamó Danny tirándome una bolita de papel.
Lo miré de reojo y él me sonrió inocentemente. ¿Cuándo maduraría?
Estábamos en casa de Tom pasando la tarde. Afuera llovía torrencialmente y no era un día como para salir. Aparentemente, me había ido a otro mundo sin darme cuenta. Todos me miraban esperando a que yo dijera algo.
— Tengo que irme —dije luego de unos minutos.
Me paré y tomé la campera que yacía sobre el sillón. Mientras caminaba hacia la puerta, me fui poniendo el abrigo. Salí sin siquiera despedirme. Pude oír como ellos me llamaban pero, realmente, no me interesaba estar en compañía en ese momento. Necesitaba estar solo, caminar; aunque estuviese lloviendo.
Cuando llegue a la esquina, ya estaba completamente empapado. De las mangas de mi campera chorreaba una catarata y mi pelo no era la excepción.
Caminé sin fijarme hacia donde iba. Mis pies solamente me guiaban.
Nunca había estado tan depresivo como en esa semana. ¿Tan obsesionado estaba? Aparentemente, sí. Había roto mi rutina de ir a la cafetería. No sabía como ella iba a reaccionar al verme. No sabía como yo mismo iba a reaccionar si la veía. ¡Idiota, idiota, idiota! Aun no podía creer que había esperado tanto para arruinarlo en tan poco tiempo.
Levanté la mirada y pude ver que estaba a unos pocos pasos de aquella cafetería donde Mollie trabajaba. ¡Maldito destino!
No iba a volver para atrás. Si mis pies me habían llevado hasta allí debía ser por algo y yo necesitaba verla, aunque sea unos segundos.
Estaba en la vereda de enfrente y cuando di unos pasos más, pude ver perfectamente la cafetería. No había nadie afuera, obviamente. La lluvia era torrencial, ya lo dije. Me quede parado allí intentando verla a través de los grandes ventanales del local. Pero no pude. Estaba perdiendo las esperanzas de verla cuando salió por la puerta principal bajo un paraguas negro. Estaba tan perfecta como me tenía acostumbrado.
Arriésgate.
¿Tenía que arriesgarme? ¿Otra vez? Ella fue muy clara, no iba a besar a alguien a quien no conocía.
Hazte conocer. ¡No seas otra vez idiota, ve y bésala!
¿Bésarla? No quería nada más en el mundo que besarla, disfrutar de sus labios y su dulce sabor.
Miré a ambos lados de la calle, pero… ¿quién iba a conducir con semejante tormenta? Crucé corriendo antes de que ella se alejara más.
La tomé de la cintura y la hice girar. No esperé ni un segundo, uní nuestros labios en un apasionado beso. Por un segundo estaba al resguardo de su paraguas pero ella lo bajo, lo soltó y lo tiró al suelo para abrazarme por el cuello. La lluvia caía de forma precipitada sobre nosotros. Ella en dos segundos estuvo en el mismo estado que yo: empapada.
Cuando nos separamos, ella me miraba confusa pero sonriente.
— Me llamo Harold Judd, me dicen Harry. Tengo veinticuatro años, mi cumpleaños es el veintitrés de diciembre. Toco la batería y…
Ella puso su dedo índice en mis labios impidiéndome seguir hablando. Pero tomé de esa misma mano y la puse sobre mi corazón, mi boca estaba libre de nuevo.
— Y yo te amo —agregué para volver a besarla.







The End

Sol de Invierno
lunes, 8 de febrero de 2010


El sol caía de una forma suave, silenciosa y lenta. Se iba escondiendo tras aquellos grandes rascacielos mientras su luz natural iba siendo reemplazada por el destello artificial de lámparas y carteles de neón. La briza serpenteaba entre los grandes edificios, bailando al compás de los cláxones, zigzagueando a las personas acumuladas en las veredas. El ruido era atroz. Televisores, distintos estilos de música colocados fuertemente en varios equipos a la vez, coches y motos rugiendo al pasar dejando una estela de viento atrás. La muchedumbre agolpada a la salida de boliches y centros nocturnos esperando para entrar y comenzar una noche descontrolada, una más de tantas en esa remota ciudad.
Del otro lado de la vereda, luciendo un vestido veraniego color crema, floreado y sostenido por dos finos breteles, se encontraba Sam, quien había recogido su melena negra en una coleta que caía a un costado de una forma rebelde y zigzagueante. Nunca había pensado en usar unos de esos vestidos que hacía años tenía escondidos en el clóset en la parte profunda tras aquellos abrigos que hacía meses no usaba. Pero sabía que era una noche especial, lo sentía muy dentro de ella. No tenía una razón en concreto, no era ni su cumpleaños ni su aniversario, no se graduaba ni había pasado un gran examen pero algo gritaba en su interior que esa noche no iba a tener precedentes.
Observó una vez más su rostro frente al espejo de bolsillo y volvió a fijarse la hora. Sus ansias y poca paciencia habían hecho que llegase diez minutos antes de la hora acordada.
<<— Solo tres minutos más —>> pensó mientras volvía a guardar el pequeño espejo dentro de su cartera de cuero.
Volvió a levantar la mirada y observó inquietante ambos costados. No lo veía por ningún lado. De un momento a otro, las puertas de los centros nocturnos se abrieron y todas aquellas personas que estaban esperando impacientes afuera, entraron casi corriendo. De un segundo a otro, se encontró sola en medio de una calle iluminada por los faros y luces de los carteles de los negocios que aun estaban abiertos a esas altas horas de la noche. Pero aun así, aun estando sola frente a un lujoso restaurante esperando con ansias, sintió un bienestar interior al pensar en los posibles futuros minutos y sonrió al saber que iba a terminar como no se lo imaginaba.
Se cruzó los brazos sobre el pecho y se meneó impacientemente hacia adelante y atrás. Inhaló profundamente, mantuvo la respiración unos segundos sin saber porqué y exhaló volviendo a verificar ambos lados en busca de su cita.
Una brisa rebelde bailó alrededor de ella haciendo que su vestido danzara. Pronto una mano se posó en su cintura y la hizo girar.
Dos ojos de color marrones la observaban tiernamente, como si la miel de su interior se derritiera al contemplarla. Sonrió mostrando sus dientes blancos y perfectos y Sam sintió que su corazón bombeaba la sangre más rápido y sus mejillas eran las destinatarias.
Un ramo de flores apareció delante de ella. Sam las observó detenidamente y sonrió. Camelias, sus favoritas. Eran blancas y había montones. Se acercó a ellas e inspiró profundamente su delicioso aroma. Las agarró con una mano, tomó del rostro al dulce chico plantado frente a ella y lo besó como venía esperando hacía ya media hora, tiempo que había estado esperando.
— ¿Llegaste hace mucho? —Preguntó él ladeando un poco la cabeza y tomando la mano de Sam para empezar a caminar hacia dentro del restaurante.
— Solo unos minutos —respondió ella mintiendo. ¿A quién le importaba?
— Estas realmente hermosa, Sam —comentó él haciendo que ella se ruborizara.
— Gracias, Ben —susurró ella aunque no fue lo bastante audible para que él la escuchara.
Ella era muy tímida y se movía levemente con cada paso, midiéndolo y pensándolo como si fuese de vida o muerte. Él, en cambio, se lanzaba en aventura entre las mesas, esquivando a las personas sin importarle nada. Hay un dicho que dice que los polos se atraen y ese era un ejemplo de polos.
Se sentaron en una mesa del fondo que él había reservado. El restaurante ofrecía una privacidad única. Las mesas estaban bien separadas y se podía tener una conversación privada sin preocuparse de que alguien ajeno escuchase. Las mesas eran redondas y estaban cubiertas por manteles de un color rojo intenso. En medio de cada mesa había una vela a medio consumir blanca y dos copas. Aparentemente, el restaurante se especializaba en cenas para parejas, primeras citas y ese estilo de cenas.
A penas se sentaron, un mesero vestido de negro y que tenía atado a la cintura un delantal del mismo color con unas líneas finas verticales en rojo, se acercó con dos menús en sus manos. Le entregó uno a cada uno y se marchó devolviéndole a ambos una privacidad completa.
— Es hermoso este lugar —comentó Sam mientras ojeaba sin leer la lista de comidas.
— Lo sé. Es perfecto —dijo Ben mientras se escuchaba a lo lejos una música tranquila y suave.
Ambos compartieron una mirada de unos pocos segundos y luego la bajaron para seguir leyendo el menú.
El mesero volvió a los pocos minutos con una pequeña libreta negra en sus manos. Anotó cuidadosamente el pedido de cada uno, retiró los menús de la mesa y les sirvió una copa de vino a ambos.
Luego de unos minutos en silencio, compartiendo miradas y tomándose de las manos, Ben decidió romper el silencio.
— ¿Sabes por qué te traje a aquí?
— No, no estoy segura —respondió ella sonriéndole —, aunque sé que es por algo bueno. Estoy segura.
— Estás en lo correcto —dijo rápidamente él. Una oleada de silencio los envolvió unos pocos segundos hasta que se evaporó — ¿Sabes qué es lo que veo yo en ti, Sam?
Esto le tomó por sorpresa pero intentó que no se le notara. Se mordió el labio inferior con nerviosidad y simplemente negó con la cabeza para oír la respuesta.
— ¿Viste aquellas noches en los que la luna desaparece tras espesas nubes y las personas ruegan con energía a que vuelva a aparecer para iluminarlos y seguir disfrutando con la otra persona? ¿Viste aquellos soles alabados de invierno que nos brindan calor luego de días, semanas de un duro frío? —preguntó él sin despegar sus ojos de los de ella. Sam asintió. — Tú eres mi sol de invierno, Sam. Eres lo que siempre quise, por lo que siempre roge, por lo que siempre luché en la vida. Desde que te conocí, vivo noches eternas de lunas inolvidables, inviernos cálidos y perfectos. Dicen que el amor hace crecer a la personas, dicen que el amor abre ojos, cierra cicatrices y te hace nacer de nuevo. No puedo expresar en palabras lo que provocas en mí. Yo te amo, y esas tres simples palabras ni se acercan a lo que yo realmente siento pero es lo más acertado para decir. Sam, te amo y no quiero separarme de ti nunca –agregó mientras buscaba algo en su bolsillo. Apoyó en la mesa una cajita azul de terciopelo y ella sintió desfallecer — Sam ¿te casarías conmigo para convertirte por siempre en mi sol de invierno?
Ella llevó una mano a su boca por la sorpresa mientras unas pequeñas lágrimas caían por sus mejillas dejándole unos surcos negros a causa de su maquillaje corrido. Asintió animadamente y el resto es historia.

TheSatsARG
domingo, 7 de febrero de 2010


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The Saturdays Argentina

sábado, 6 de febrero de 2010


Home is where the heart is, it's where we started,
Where we belong



martes, 2 de febrero de 2010

''...Standing in the light of your halo, I got my angel now...''

''...I'm living in a world that's all about you and me, I ain't got to be afraid, my broken heart is free to spread my wings and fly away, away with you...''

''...I wonder if someday I'll be good with goodbyes but I'll be okay if you come along with me...''

''...I wonder if you'll ever sing this tune all I know is the answers in the air...''

''...You hear what I say when I don't say a word you are my rising sun you're the place I run you know how it hurts...''

''...I'm swimming against the tide and i'm praying for a lifeline cause I'm losing you...'

''...Did I mean nothing at all ? Was I just another ghost that's been in your bed?...''

''...And I'll be with your eyes my star girl rules the sky...''


Se dice que cuando conoces al amor verdadero, el tiempo se detiene, las agujas del reloj se paran para no volver a moverse para vivir eternamente en los brazos del otro.


Walk In The Rain III
sábado, 30 de enero de 2010

Estábamos en medio del pasillo. Medio colegio ya se había ido y la otra mitad, conversaba animadamente mientras se encaminaban a la salida. Reacomodé la mochila en mi hombro y miré a Doug, quien seguía sonriendo. ¿Tenía que confiar? ¿Podía? Rodeé los ojos para mí misma y no le di importancia.
Comencé a caminar en dirección a la puerta, él me siguió sin decir una palabra. Siempre había soñado en caminar al lado de él, estar junto a él pero en otras circunstancias. En mis sueños no me veía enojada a mí misma, no me veía con el deseo de querer ser tragada por la tierra y él, en mis fantasías, me abrazaba y decía que me quería. Algo exagerado pero… soñar es gratis, por ahora.
— Vamos al parque, a esta hora no habrá nadie —Comentó él volviéndome a la realidad.
Asentí sin mirarlo. Iba a hablar cuando realmente sea necesario.
¿Qué era lo que me enamoraba de él? ¿Qué era lo que me tenía tan a sus pies? Recordaba como mi corazón se volvió loco la primera vez que lo vi. Como los nervios me dominaban cuando se fue acercando a mí para, finalmente, sentarse detrás de mí. La primera vez que me habló, me acordaba del estúpido tartamudeo que había salido de mi boca. ¡Qué idiota que había sido! ¡Ilusa! ¡Imbécil! [I] Y tarada, no te olvides de eso [/I] Claro, claro… tarada también. ¿Feliz, conciencia?
Eran alrededor de las once de la mañana, había muy pocas personas en el parque, como él había dicho. Odiaba que tuviese razón. Nos sentamos en una de las bancas que había enfrente de una gran fuente.
— ¿De qué quieres hablar? ¿Qué es lo urgente? —Pregunté al ver que él no abría su boca. Mi tiempo era oro, por lo menos desde que estaba furiosa.
Me miró y dejó de jugar con sus manos para concentrarse, supuse.
— Primero que nada, realmente lo siento, Emma. Sí, era una broma pero no creí que realmente te… dolería tanto. O… ¡no sé! Supongo que no pensé.
— Estoy empezando a creer que tú nunca piensas, Poynter —Lo interrumpí dejando a un lado la pesada mochila.
Él ignoró mi comentario y siguió hablando.
— Lo siento —Realmente se veía arrepentido pero yo había sido la victima de todos sus juegos. Una parte de mí, quería perdonarlo pero mi orgullo era mucho más grande — Solo quiero pedirte un pequeño favor —Agregó. Levanté las cejas sorprendida. No esperaba eso — ¿Puedes decirme qué es lo que tú realmente piensas de mí? No importa si es malo o bueno, solo dímelo.
Ok. Eso tampoco me lo esperaba. ¿Qué le iba a decir?
— Eres un idiota, eso ya lo sabes, muchas veces te lo he dicho y más esta semana —Dije sin pensar y exagerando todo con mis manos. Estaba nerviosa — Haces bromas que solo te divierten a ti y a tu grupo de amigos sin pensar que puedes dañar a otras personas. Puedes ser popular y esas cosas, pues lo eres pero… es momento que veas la realidad Douglas… estamos en secundaria no en preescolar. Madura. Sé que en esta edad es el momento de la popularidad, los amigos y molestar, lo sé porque yo también soy una adolescente, pero puedes hacer eso sin lastimar a quienes no están en tu grupo de amigos. No ignores, no molestes, entiende cuando se te dice que no, no seas caprichoso y compórtate. Pero, a pesar de tu papel de… de… de…
— ¿Idiota? —Me interrumpió.
Asentí dándole la razón. ¡Palabra correcta!
— A pesar de tu papel de idiota popular… yo no te conozco. No somos amigos, no somos nada. Simplemente compañeros de algunas clases y ya. No comprendo en qué puedo yo entenderte. Hemos hablado cuatro veces en seis años.
Había terminado. Vi como el asentía a cada cosa que yo decía. Supuse que lo estaba analizando o algo parecido. También, podría estar viendo que palabras usar para rebajarme, burlarse o reírse. Todo podía ser con él. Ya lo había dicho, yo no lo conocía.
Estábamos sentados uno al lado del otro. Nuestros brazos apenas se rozaban. Levantó inesperadamente su vista y me miró fijamente.
De pronto me vi envuelta en sus brazos. Abrí los ojos como platos. Este chico me sorprendía.
— Gracias –Susurró en mi oído y sentí como acarició con su mano mi pelo ondulado — Eres la única que me habla en serio, Em — ¿Em? ¿Era un apodo? Me moría de amor. [I] No seas tú también tan idiota y caigas de nuevo en sus redes [/I] Habló mi conciencia pero no le iba a dar importancia a esa insoportable voz.
Simplemente sonreí como boba y disfruté del abrazo, correspondiéndolo.
Al separarnos, pude ver como una tierna sonrisa estaba dibujada en su rostro. En ese momento, recordaba porqué lo amaba tanto.
— ¿Por qué querías que te dijera tantas… cosas malas? —Pregunté luego de unos minutos de silencio.
Se encogió de hombros y alzó ambas cejas.
— No son cosas malas, realmente soy así… o por lo menos, me comporto así. Luego que me gritaste de esa manera en aquel parque, estuve pensando y… me di cuenta que ese realmente no era yo, sé que es un poco tarde. Que el que todos pensaban que era Dougie, no era el verdadero yo. Y tú eres la única persona que se anima a… hablarme en serio.
Me miraba intensamente, penetrándome con sus ojos. Tomó mis manos y las colocó entre las suyas brindándome un poco de calor. Las nubes rápidamente fueron ocultando al sol. En tres rápidos segundos una lluvia inesperada nos azotó. Fue como si el tiempo realmente quisiera arruinar ese momento que yo había esperado durante seis años. ¡Gracias eh!
— ¿Quisieras salir conmigo? Seriamente estoy hablando. Sin bromas, sin chistes, sin amigos. Solo tú y yo.
La lluvia nos empapó rápidamente. La gente había desaparecido, éramos nosotros dos en el parque y nadie más. No puedo expresar en palabras como mi corazón saltaba dentro de mi pecho, como si quisiese salir de él. Sentía esas mariposas de enamorada en mi estomago revoloteando y festejando. Me recordaba al primer día en que lo vi y sonreí por ello.
— Acepto —Susurré poniendo una mano sobre las suyas.
Nos miramos a los ojos y, sin palabras, nos dijimos absolutamente de todo. En ese momento comprendí que, a pesar de que él era un idiota, yo lo amaba sin restricción. Él era MI idiota y esperaba que eso nunca cambiara.





The End

Walk In The Rain II

A veces no me entendía a mí misma. Una parte de mí, quería odiarlo con todas sus fuerzas. Pero la otra parte, sabía que no podría.
A pesar de que era una de las peores ‘bromas’ que jamás me hicieron, lo amaba, y no podía negarlo.
Esa parte que lo amaba, también tenía el presentimiento que el no era así. Que estaba actuando bajo presión.
Quizás era por eso que siempre me llamaban bipolar. Lo era.
‘Eres tan, pero tan ilusa’
Mi conciencia tenía razón. No podía dejarme llevar. Solo pensaba que su actitud se debía a algo más. Al menos eso era lo que yo trataba de creer, para no odiarlo.
¡Pero había sido hace una semana! Y todavía no lo había superado.
Douglas debía estar divirtiéndose, que yo estaba llorando. Lo malo era que siempre que lo miraba, desde esa noche, evitaba mi mirada. ¿Sería la vergüenza?
Comencé a hacer dibujos en la clase de historia. Para mi mala suerte, esa era una de las clases que compartía con él.
Era una costumbre no prestar atención. También lo era mirar el techo. Nunca hacía nada en esa clase, una de las más aburridas de todas. Pero lo que no era normal, era sentir que toquen mi hombro todo el tiempo.
— ¡Podrías parar ya, Douglas! — Dije parándome de mi asiento y gritándole.
— ¿Emma? Ven aquí por favor — Llamó la profesora.
— ¿Sí, Sra. Parker? — Ella me dio un papel de sanción. Lo miré a Dougie, aniquilándolo con la mirada.
— Tu también Poynter. — Él se dirigió hacia donde ella estaba y tomó el papel. No estaba enojado.
Por mi parte, salí enojadísima, hasta dando un portazo.
— ¡Escúchame! — Dijo tomándome el brazo.
— ¿Qué no te das cuenta todavía que no quiero?
— Necesito verte. — Bufé — De verdad.
— Estás viéndome. — Dije seria.
— Me refiero a… después de la escuela.
No lograba entenderlo. No sabía si estaba diciéndolo de verdad, o si quería tomarme el pelo otra vez.
— En tus sueños… — Hice una pausa, tragando saliva. — ¡Oh no, espera! ¡Eso es en los míos!
— Estoy hablando en serio, Emma. Necesito hablar contigo. Y no quiero tener que ser sancionado para poder hacerlo.
— ¿Hiciste todo esto apropósito? — Empecé a caminar hacia la oficina del preceptor. No podía creer lo que había hecho. Pero no sabía si estaba sorprendida… o anonadada. ¿Lo había hecho sólo para hablar conmigo?
Sentía que el daba pasos a mi par. Estaba caminando con él, el chico de mis sueños, a pesar de que era un imbécil.
Creí escuchar un ‘Lo siento’ en todo ese tramo. No le di importancia, sabía que no era verdad.
Me encantaba lo orgullosa que era. Esa era una de las actitudes que más me gustaban de mí. Nada iba a cambiar mi mente, nunca.
Entré a la oficina, y le dí el papel. El preceptor me miró algo sorprendido, no era normal verme con una sanción. Pero no porque era una inadaptada social, si no porque tenía mis amigos y no me gustaba meterme en problemas.
Luego de eso, fui directamente al salón. Pero la clase ya había terminado, lo cual significaba que debía irme a casa.
Comencé a guardar mis cosas, y vi a Dougie salir. Era obvio, iba a ser presa de uno de sus juegos otra vez.
— ¡Hey, Emma! — Escuché su voz al salir. — No te vallas. Por favor, necesito hablar contigo. No hay nadie más en el mundo que pueda entenderme. De verdad.
— ¿Desde cuando te entiendo? — Dije analizándolo de arriba abajo. ¿Porqué demonios tenía que ser tan perfecto?
— Por favor. — Me miro directamente a los ojos. No podía decir ni una palabra cuando él me miraba. Sus ojos me intimidaban, demasiado.
No podía resistirme. Estaba pensando, y el me miraba ansioso, esperando mi respuesta positiva. Pero debía pensarlo más. No era de esas que actuaban al minuto. Necesitaba analizar toda la situación… pero como algún día algún estúpido dijo:
“Los inteligentes actúan según su cerebro. Los estúpidos siguen a su corazón. Sean estúpidos”
…Y otra vez, volvería a ser estúpida.
— Dougie… seré estúpida. — Me sonrió y empezamos a caminar.





[Escrito por: Meeri]